DATADROPS

El ecosistema de salud está cambiando, y el catalizador son los datos

La pandemia aceleró exponencialmente el proceso de digitalización del ecosistema la salud, «empujándonos» hacia el uso necesario de software y hardware que faciliten la comunicación entre los distintos actores del mismo.

Como usuarios finales o simples intermediarios, en los últimos dos años hemos podido observar cómo muchas de estas nuevas herramientas digitales empezaron a formar parte de nuestras vidas, y todas ellas tienen la capacidad de generan datos a un volumen, variedad y velocidad nunca antes visto.

Dicho esto, más de algún lector se preguntará si estos datos poseen algún valor, si la respuesta fuera positiva, y si se están explotando con algún fin determinado (sin esquivar la pregunta incómoda de para qué fin). Este debate no forma parte de los objetivos de este artículo donde nos enfocaremos en contestar (o al menos intentaremos), estas primeras preguntas intuitivas que emergen de forma natural.

Recopilamos datos, ¿qué podemos hacer? ¿tienen algún valor? ¿por dónde empezamos?

Lamentablemente, la respuesta a estas preguntas no es tan sencilla. Si bien un médico-investigador, institución de salud o una asociación de pacientes puede contar con una amplia base de datos, esto no quiere decir que esta sea potencialmente utilizable para la toma de decisiones basadas en ellos.

Para poder entender el potencial de dichos datos, es necesario realizar una evaluación de los mismos teniendo en cuenta otras variables como, por ejemplo:

  • los recursos tecnológicos y humanos que utilizamos para la recolección de datos. – arquitectura y tecnología -.
  • el racional o finalidad que existe detrás de dicha recolección. – fines administrativos, fines científicos, etc –
  • los campos de información utilizados para contestar dicha hipótesis o racional. -preguntas, escalas, etc. –
  • la calidad de los datos que recolectamos.

Posterior a dicha evaluación del estado de situación actual de la base, se procede a contrastar contra el estado del arte correspondiente a la especialidad o área del grupo en cuestión.

Esto es, ni más ni menos, que entender cuál es el gap (brecha pasible de ser completada) existente entre nuestra base actual y los estándares de calidad más altos que existen en la actualidad.

Este paso es decisivo a la hora de entender el camino crítico a recorrer si se desea alcanzar el objetivo de base -obtener valor de los datos para la toma de decisiones- y definir en equipo la estrategia para lograrlo – tiempos, recursos humanos, tecnológicos y económicos entre otros -.

Ahora sí, luego de definir esta estrategia, contamos con la información suficiente para responder la pregunta en cuestión aquí parafraseada: ¿Qué potencial tienen nuestros datos?.

Comenzará entonces una nueva etapa de la que hablaré en mis próximos artículos y tiene se relacionan con el proceso de adecuación y/o diseño de un registro que permita recolectar datos para la toma de decisiones.